
Que no me gustara no significa que, como peruano orgulloso de nuestros pocos triunfos en cualquier ramo (fui hincha a muerte de Luchito Horna desde que le ganó a Federer en un Roland Garros antes que éste vendiera su alma al diablo para hacerse invencible como Saurón), no me diera una inmensa alegría (qué aprista suena eso de inmensa alegría), que ganara no sólo la Berlinale sino también que fuera nominada al Oscar, ¡una película peruana! Besé con fervor mi cuadro de la Sarita Colonia cuando escuché que quedaba entre las cinco finalistas porque, es hidalgo reconocerlo (e hidalgo me suena a ingenioso, no sé por qué, y a mí me gusta que se me vea de esa manera), siempre pensé que nuestra filmografía era tan desastrosa que no alcanzaríamos siquiera un Razzie honorífico, honor reservado para nuestros vecinos del sur. Estaba entonces en ese regodearme de peruanidad cuando leí con pavor que a Hildebrandt tampoco le gustó La Teta Asustada . Confieso que aterrado pensé: ¿será que me estoy convirtiendo en un intelectualoide pedante pseudo izquierdoso?, ¿estaré empezando a hiperadjetivizar las entradas del Periodico de a China?, ¿tendré que escribir un libro que no leerá nadie? Es en ese momento que decido, por una cuestión de supervivencia de mi orgullo elemental, que tenía que gustarme “The Milk of Sorrow” (que asi en inglés suena como que con más caché, además que no hay mención a adiposidades pectorales de ningún tipo, pues se imaginan un “The boobs of Sorrow”, el que menos pensaría que se trata de una película porno canadiense sobre el camino a la transexualidad por parte del mítico Zorro) y ahora, no sólo me gusta, sino que estoy dispuesto a tomar en mis manos la daga de la incultura, hacer mía la vieja máxima de “la ignorancia es atrevida” y trenzarme en feroz combate con uno de los bastiones culturosos más reputados de nuestra nación. Señores, en este momento me siento capaz de conquistar los mas apartados reinos para la cultura pop.

Por último, dice Hildebrando el Magnífico que compró un original pues él desprecia la piratería y que, tal vez, por eso (y muchas cosas más por las que no nos invitarás a tu casa esta navidad) no es un peruano como los demás. Te agradecemos esa lección de moral audiovisual, Cesitar, se nota lo mucho que la izquierda te palpita en el ventrículo derecho. ¡Aprendan todos! ¿O acaso no podemos gastar todos unos veinte o treinta dolarillos en comprar películas originales y apoyar el arte desde nuestros fastuosos sueldos de 600 soles? Razón tiene el PERIODISTA, con mayúsculas. Todos los demás somos tan peruanos que damos vergüenza. Seguro hasta alguno de nosotros votó alguna vez por Fujimori, ¿no, querido lector?
H.P.
CREO QUE LOS PERIODISTAS CRITICOS DEBIERAN DEJAR DE SENTARSE EN SILLAS DE ORO Y HACER SUS CRITICAS SENTADOS EN UNA PIEDRA PICUDA
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