martes, 8 de junio de 2010

El Mundial: Alegato por la Masculinidad o El Plagio de Shakira

A pesar de la manifiesta salida del closet que algún rickimartiano redactor de este viril periódico ha pregonado en un reciente post, la inmensa mayoría de nosotros (o al menos el cincuenta por ciento) seguimos reconociendo en su justa medida las características inherentes de nuestro género. Una de ellas, quizá la más importante, es la de disfrutar de un partido de fútbol frente al televisor, acompañado de unas cuantas (varias) botellas de cerveza y sazonados con improperios y comentarios políticamente incorrectos, de preferencia de corte racial tanto contra los jugadores, público rival, entrenadores, dirigente FIFA; la Ebollah o contra uno mismo. Porque un viaje a Sudáfrica estará 2000 euros; la pelota oficial Jabulani, 250 euros; un menú en un restaurante barato de Johanesburgo, 54 euros. Pero mandar a la mierda al árbitro que le robó el partido a tu selección favorita mientras discutes con tus amigos de toda la vida sobre la injusticia de no tener a Bélice en el Mundial, no tiene precio. Por ello, volvemos a lo que, a aquellos que nosotros que desbordamos testosterona, más nos interesa y es: hablar de fútbol.

Por esta razón debemos señalar que cuando uno se prepara para ver éste Ragnarok contemporáneo que es el FIFA WORLD CHAMPIONSHIP, espera como mínimo identificarla con una canción épica con reminiscencias al Anillo de los Nibelungos de Wagner que permitan que uno desborde bravías lágrimas de emoción como sucede con el espectacular Himno de la UEFA CHAMPIONS LEAGUE (que más que de Wagner es un arreglo de Zadok el Sacerdote de Handel, pero también nos emociona).






Que tire la primera piedra el que no se emociona con este himno

Si nos entregásemos, al menos, al placer auditivo que nos brinda la conmovedora Un'estate italiana del Mundial del 90, aún sentiríamos que estamos apreciando un evento con la suficiente trascendencia histórica para justificar el levantarnos cada día para trabajar ocho horas e inyectarnos un nuevo shot de monotonía. Aceptémoslo, el Mundial nos hace sentir importantes, diferentes, vivos.



Una canción que de verdad parece de u Mundial y no de "Bailando con las Estrellas"

Pero si al encender el televisor, en lugar de esta música maravillosa que nos transporta a un Valhalla espiritual escucháramos un simple plagio de una mala canción de un mal cantante de merengue ochentero, y -por si fuera poco- interpretado por las Shakiras de aquellos tiempos, (tales eran Las Chicas del Can) y que, además goza de una letra que podría firmar nuestra querida Tigresa del Oriente. No queda sino aceptar, resignados, que la vida es gris; que Ronaldo y Messi se hacen cada vez más ricos gracias a nuestra inocencia; que los auspicios de Adidas y la Coca Cola son lo único épico del Mundial; y, que las caderas de Shakira son el equivalente visual y erótico de la cordura. Una cordura, que como jugadores irredentos del Pro Evolution Soccer y del Winning Eleven nos negamos a aceptar.


El Waka waka cantado por la casi mamá de Shakira (que estaba más buena que Shakira)

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