jueves, 24 de junio de 2010

Tangos o Rancheras: El reencuentro entre Argentina y México

El Mundial de Sudáfrica -o el destino, para ponernos a tono con los metafísicos comentarios de los analistas de ESPN Deportes- ha querido enfrentarlos una vez más.

Periódico de a China quiere aprovechar esta ocasión para rendir un pequeño homenaje a los dos países cuya influencia en el resto de países de Hispanoamérica es palpable en innumerables ámbitos, especialmente en el que nos interesa, que es el de la cultura popular.

México y Argentina son los países más grandes entre todos los que tienen como primera lengua el español (o castellano, para que no se resientan algunas susceptibilidades), no sólo geográficamente; sino, además en el saludable deporte de sentirse el centro del Universo. Los habitantes de ambos países sufren de un desmedido apego por los colores de su bandera (con bandera, no me refiero al trapo ondeante que tenemos que “respetar” deshidratándonos en los desfiles escolares como si pre-púberes barrabravas fuéramos, sino de un orgullo patrio irracional que los psicólogos contemporáneos denominan como el Síndrome de “Latenemosmasgrandequetú”)

Sin embargo, mientras que el argentino siente que “es superior porque es argentino”, a la vez reconoce que la Argentina es cualquier cosa menos un paraíso terrenal; que a la hora de desaprovechar oportunidades como país, son como Messi pateando al palo contra Grecia; y, que la rica historia, las enormes potencialidades y el “empuje” de su pueblo sencillamente no existen. Es por eso que la Argentina siempre ha existido mirando hacia la otra orilla del Atlántico, renegando de sus raíces mestizas al punto de italianizar su castellano y eliminar el apellido materno que solemos llevar con mayor o menor orgullo los demás hijos (bastardos) de España. Curiosamente, Argentina sólo existe por un capricho administrativo en la Colonia, al contrario de países como México o Perú, que gracias al buen Pizarro y a Cortés, ahora se debaten en la inexistencia del día a día.

El argentinismo es una sensación espiritual que se basa prácticamente en nada y que exacerba el individualismo -como el sentirse “american” de los que viven al norte de los dominios del Cártel de Tijuana-. “Soy mejor que los demás porque soy argentino, y soy mejor que los argentinos porque soy más argentino que ellos” es el argumento utilizado para justificar el actuar de acuerdo a lo que les salga de las gónadas. Ése, tal vez, es el único mecanismo de protección que poseen para impedir que el delirio colectivo trastoque en suicidio en masa.

El mexicano, en cambio, no sufre (aparentemente) de esa arrogancia tan argentina. No levanta la voz a menos que esté en confianza. No te satura con sus proezas individuales y hasta te hace pensar en cierto nivel de sumisión al responder con un “mande” a la simple mención de su nombre (lo que te lleva, inmediatamente, a desear enviarlo a realizar todas las tareas domésticas que francamente nunca quisiéramos hacer) y, además nos hablan con ese acento musical que tanto nos recuerda a Chespirito, que pensamos que nunca nos podrán caer mal. Pero a poco de iniciar una conversación con un mexicano aflora ese sentimiento extraño basado en su auto-entendida supremacía nacional. Si el tema central son las mujeres, descubrimos que las más bellas del mundo son las de Monterrey. Si hablamos de violencia en Sudáfrica, nos aclaran, que violencia es la de Ciudad Juarez. Si, de corrupción; la suya es la mayor. Lo mismo sucede con lo que se les ocurra mencionar: ¿Que China tiene una cultura milenaria? Milenarios los mayas. ¿Que las universidades alemanas son las mejores si lo tuyo es la ingeniería? Es que nunca has ido a la UNAM. ¿Que pobreza? Nadie se muere de hambre como un mexicano. ¿Que riqueza? El hombre más rico del mundo es mexicano. Y así podríamos seguir eternamente. Así como un argentino nunca se cansa de demostrarnos que él es el mejor y los demás (incluso los demás argentinos) son de lo peor; un mexicano nunca se cansará de asegurarnos que cualquier extremo pertenece a su nación. La afición desmedida que tiene ese pueblo por romper ridículos records Guinnes (como el eructo más largo realizado luego de comer 17 tazones de pozole) sólo confirma lo que mencionamos.

Si el carácter de éstos -nuestros hermanos latinoamericanos- bastara para decantarme por un favorito en el partido, escogería por supuesto que perdieran los dos. Sin embargo, hablaba al comienzo de este post de su influencia en la cultura popular del resto de Hispanoamérica y allí si que es otro cantar: Mientras Argentina nos dió a Charly; México, a Juan Gabriel. Argentina, a Los Fabulosos Cadillacs, Calamaro, Fito, Spinetta; México a Paulina Rubio y a Maná. Argentina a Maradona; México a Hugo Sánchez. México nos ha torturado por décadas con sus telenovelas insufribles mientras que Argentina nos ha regalado los bailes de Natalia Oreiro, capítulo a capítulo de Muñeca Brava, sin crearle ni siquiera un guión. Argentina nos da a Campanella y México al bodrio de Raygadas. Y eso que no hablamos de Gardel o Pedro Infante; de Libertad Lamarque o Verónica Castro; de Atahualpa Yupanqui o de los Tigres del Norte. Termino diciendo que la idea argentina de hacer una serie adolescente para honrar el morbo adulto de ver a escolares con diminutos uniformes en sus primeros escarceos sexuales fue tomada por los mexicanos y, adecuada a su idiosincrasia, la convirtieron en: ¡RBD!.

De más está decir que espero que la goleada sea histórica y que le dure tres mundiales y que, de paso, desaparezca la CONCACAF y México tenga que jugar en el futuro el Mundialito de la Polinesia.

H. P.

6 comentarios:

  1. Siempre había pensado que todos los latinoamericanos "odiaban" a los argentinos. Pero hete aquí una excepción. :D

    Yo entre argentina y mexicana me quedo con venezolana. Así de sencillo.

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  2. No es que los latinoamericanos no odiemos a la Argentina, es que odiamos más a Mexico. Pero por sobre todo, y con fervor religioso, odiamos a los chilenos. Si se trata de escoger, yo daría mi apoyo a Surinam.(H.P.)

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  3. Me parecía "lógico" que hubiese cierto "odio" a Argentinos y Chilenos porque ambos suelen hacer siempre publicidad de sus raíces europeas (los argentinos tienden a creer que son descendientes de Alemanes e Italianos y que su situación en el globo terráqueo es casual).

    Lo que ya no pillo tanto es el "odio" al Mexicano. Puede que a los de Monterrey, por eso de que se creen yankis. Pero al resto? Yo estuve en México(un país maravilloso, por otra parte) y me encontré con que la mayoría de la población es mestiza, con sangre española e indígena.

    Vamos, que a un peruano lo veo más parecido a un mexicano que a un argentino... Quizás ahí reside el problema jejeje ;)

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  4. El día de la eliminación de Francia, vi el partido con unos alemanes a quienes se les partía el alma con cada gol de Sudáfrica. Es un tanto extraño imaginar a un alemán apoyando de esa manera a Francia, y mucho más extraño si ya son un nutrido grupo y no un individuo aislado. Entonces deduje que se debía al sentimiento de grupo al cual somos tan afectos los humanos: Nuestra familia, nuestro barrio, nuestro país, nuestro subcontinente, nuestro extremo del mundo. Es casi natural que un japonés festeje un triunfo coreano o que un congoleño haga lo mismo con la clasificación de Ghana (todo lo he visto con mis propios ojos, que el lugar donde vivo es casi la ONU) porque son nuestros “parecidos” contra “los otros”. En el caso de México, es cierto que racialmente son mucho más parecidos a nosotros que los argentinos, pero NO SON SUDAMERICANOS y eso es algo que los aleja muchísimo. Es irracional, lo sé, pero para nosotros (sudamericanos) un mexicano o un hondureño, son tan extraños como un coreano (En mi caso, aun lo son más, porque festejé casi con lágrimas su clasificación detrás de argentina, y bebiendo el incomparable baijiu coreano, por supuesto). Compartimos muchísimas cosas con México, pero nunca nos hemos sentido cercanos. Es como si mi vecino fuera un neozelandés que conozco de toda la vida. Al final me sentiría más identificado con él que con mi primo Beto, a quien he visto dos veces en mi vida. No olvidemos tampoco que ni siquiera pertenecen a la CONMEBOL, pero participan SIEMPRE en los campeonatos sudamericanos, por el peso económico de sus clubes (una especie de “Liga de las Estrellas” versión Tercer Mundo, quitándole oportunidades a las Federaciones más pobres. Entonces, en el fútbol, ningún sudamericano estará a favor de México, eso es algo casi seguro (que de todo hay en las viñas del Señor).

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  5. Qué cantidad de piruetas, volantines y tiros al palo para tratar de hacer creíble algo que, además de ser una opinión caprichosamente personal, es, sobre todo, un chiste alargado y jalado de los pelos. Habráse visto!

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  6. Pero la cercanía de la que hablas es geográfica. Los mexicanos son étnica y culturalmente hermanos de los peruanos. Los argentinos y chilenos son otra cosa. No hay más que ver sus caras, sus ragos, sus pieles. No son mestizos. Los italianos barrieron a sus indígenas de la faz de la tierra.

    Por otra parte, lo de los alemanes entristecidos por la derrota de Francia me resulta raro de cojones. O sea, pueden estar tristes porque eliminen a Austria o a Suiza. Pero a Francia? Sólo los franceses aman a los franceses. :S

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