jueves, 8 de abril de 2010

Los Pasos del Secreto (o como Ricky Martin me jodió la autoayuda)

Como lectores voraces que somos, los redactores de Periódico de a china analizamos semana a semana las diversas revistas del corazón y tabloides amarillistas con el objetivo primario de piratear descaradamente noticias para nuestro blog y, con el objetivo secundario -pero no por ello menos loable- de encontrar recetas, pociones, trucos, consejos y tips varios para hacernos más atractivos para el sexo opuesto. No es que tengamos problemas en ese campo -no nos malinterpreten- pues el sólo hecho de escribir en esta página es para muchas féminas el más potente afrodisíaco. Sin embargo, quisimos poner de lado nuestra testosterona, y -en un afán de no ser simplemente unos sementales extremadamente exitosos- decidimos explorar nuestro perdedor interior.


Es así que llegamos a la conclusión de que las mujeres buscan a un hombre que cuide su físico al punto de hacer incluso ejercicio; que combine los colores de acuerdo a la ocasión y a la temporada; que disfrute del baile con cadenciosos movimientos, sin pensar que dicha actividad es sólo la manera más fácil (luego del alcohol y más barata que éste) de conseguir llevarte una mujer a la cama. Descubrimos que al mostrarnos como seres sensibles y hablar de nuestros sentimientos las mujeres caerían rendidas a nuestros pies.

Es por ello que, para llevar al campo de la praxis nuestro estudio, nos matriculamos en un gimnasio, nos compramos ropas de marca y cremas para manos, para el rostro, para las arrugas, para las junturas de los dedos de los pies. Compramos desodorantes y perfumes de distintas clases para diversas partes de nuestro cuerpo, como el pecho y los hombros (habráse visto que todo nuestro cuerpo huela a jabón nada más). Aprendimos a llorar en la parte triste de las comedias románticas, en las telenovelas, al escuchar las tragedias amorosas de nuestras amigas. Nos compramos mucha ropa incluso para estar en casa. Aprendimos a bailar merengue, salsa, tango, lambada, reguetón, tap, vals vienés y huayno. Los mas osados de nosotros, en un alarde de sensibilidad, adoptaron un par de niños de Etiopía. Nos aprendimos las canciones de Shakira e hicimos fonomímica en el karaoke.

Luego de estos pequeños pasos, todo iba a pedir de boca para nosotros, salvo que cada vez teníamos más amigas pero de allí en más, o sea, más que amistad ¿Comprenden? pues ... nada de nada, pero no nos preocupábamos pues sólo era cuestión de tiempo ya que las cosas caerían por su propio peso. La receta es infalible, nos decían todos los que saben (que para algo trabajan en esas revistas tan eruditas).

Así estuvimos esperando el inicio de nuestras orgiásticas aventuras, hasta que ¡Ricky Martin reconoció su homosexualidad! Aparentemente, aquel que se había convertido en nuestro modelo a seguir; que era tal y como se nos aconsejaba que fuéramos. Aquél en quien, prácticamente, nos habíamos convertido: ¡Era gay!

Luego de eso, todos nuestros valores se han derrumbado, sinceramente ya no sabemos en quien creer ni que esperar de la vida. Nos han timado nuevamente (como antes con la democracia y con el agua embotellada) y ahora ya no tenemos idea de cómo hacer para triunfar aunque sea medianamente en las lides del amor carnal. Hemos perdido a nuestro baluarte, a nuestro Francisco Bolognesi de la seducción, a nuetro Lio Messi de la construcción del juego amatorio. Ahora que ya no tenemos modelos, sólo nos queda comportarnos como se nos ocurra y eso, lo saben bien, no le gusta a nadie. ¿O deberíamos cambiar de vereda para no desaprovechar lo aprendido?

H.P.

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