lunes, 7 de junio de 2010

Breve Test de Inteligencia: Pagarías por amor?

Imaginemos por un momento que se te aparezca el genio de la lámpara y te ofrezca otorgarte una pareja con características que tuvieras que escoger de entre las siguientes tres opciones:

1. Alguien que tuviera el rostro y el cuerpo que tu quisieras. Modelado de acuerdo a tus públicas y privadas fantasías. Que, por otro lado, sin preocuparse por tus atributos físicos ni económicos estuviera dispuesta a satisfacer todos tus deseos y se empeñara en cubrir todas tus necesidades.
Por si fuera poco, buscara, como fin último, ayudarte a alcanzar todos tus objetivos. Y para ello, dispusiera de una enorme red de contactos a nivel mundial, con el mismo espíritu altruista.
Es más, cada cierto tiempo rejuveneciera como por arte de magia y se viera siempre lozana (o lozano) y radiante. Incluso sería muy resistente a las enfermedades, con lo que no tendrías que preocuparte ni siquiera por su salud y sabrías que te acompañaría por muchos, muchos años. Siempre que lo quisieras, claro.

2. Alguien por quien, sin ser especialmente bella o inteligente (con un físico tan común que podrías confundirla con la pareja de cualquier hijo de vecino), tendrías que abonar una cantidad de dinero (Ya todos sabemos el nombre de dicha transacción). Y, pesar del desembolso, poseyera exiguos  talentos amatorios, dejándote siempre con un tufillo de insatisfacción a flor de piel. Eso, sin contar con que, por cada capricho erótico o la más sencilla tarea doméstica que le pidieras que realizara, tendrías que hacer un nuevo pago. Si pretendieras, encima, que realice funciones más complejas -como cuidar a los hijos- tendrías que haber abonar una cantidad muchísimo más alta que le permitiera operaciones del tipo “instinto maternal”.

Si eso no fuera suficiente para huir espantado, además tendría una capacidad poco común para adquirir enfermedades insospechadas, incluso si sólo se dedicara a mirar la calle por la ventana. Naturalmente, el precio que pagaste por ella, eso no incluye el costo de la curación de sus infinitas alergias y enfermedades.

Además envejecería tan rápido que antes de que logres acostumbrarte a ella, ya se habría convertido en una anciana (o anciano, caramba con esto de la corrección política) y ella misma (o él) te convencería de pagar por una pareja nueva, casi idéntica a la anterior pero más cara. Y teniendo que cargar con la culpa de haberte desecho de una pobre viejecita (o), solo porque ya no podía cumplir con sus deberes maritales con mínima propiedad.

3. Una pareja muy bella. Bella como estrella de cine (y no, no me refiero a Magaly Solier) y bastante hábil en juegos eróticos varios. Pero, lamentablemente, a pesar de su gran capacidad para fingir orgasmos al punto de hacerte sentir un semental de exportación (o sementala) estaría muy poco interesada(o) en el amor que probablemente estés dispuesto(a) a darle. Por ello, tendrías que pagarle una suma exorbitante porque acepte ir contigo a casa. Su obsesión por la moda podría además causarles graves problemas de pareja o, aún peor, terminaría por convertirte a la religión de la metrosexualidad y te dedicarías a comparar con tus amigos los vestidos de tu amada (o pantalones de tu amado).

Cabe acotar que el nivel de belleza de la primera opción puede llegar a ser tanta o mayor que la de la tercera. Sólo depende de cuán superficial seas, por supuesto. En mi caso la pondría mínimo como un híbrido de Nataly Portman con Scarlett Johansson y Kristen Stewart (díganme hueco, pero cómo me envidiarían. Y sí, me gusta Kristen Stewart y no soy emo.)

¿Ustedes cuál opción escogerían?

Parece fácil ¿No?

Sorprendentemente, el 96,7% de la población mundial se decanta por la segunda opción. El 1,8% por la tercera. El 1,7 por ciento por la novia de la secundaria. Y sólo, óiganlo bien, sólo el 0,1% de este planeta escogería la primera opción.

Puede usted pensar que estoy loco, pues usted no es ningún estúpido(a) y esa sería su opción principal a ojos cerrados (salvo por alguna oscura afición al pago por sexo, que eso de los hobbies es algo siempre respetable). Pues en breves momentos le demostraré que si ahora es un exitoso profesional, se debe más a la suerte que a sus propios méritos intelectuales.

Pero antes me gustaría plantear las siguientes interrogantes:
1. ¿No se llaman damas (damos) de compañía de alto vuelo a las terceras y simplemente putas (os) a las segundas?
2. ¿Hemos llegado a tal extremo de oligofrenia que tenemos que pagar por aquello que, inclusive siendo gratuito, nos puede brindar mucha mayor satisfacción?

Seguramente sus respuestas fueron: 1. Si --- 2. No

Las respuestas correctas son: 1. Si --- 2. Si

La primera opción es Linux. La tercera, la siempre cool Apple y sus Mac. Y la segunda, naturalmente, nuestro bienamado Windows de Microsoft, que permite que en este momento estés leyendo estas palabras, querido -y poco juicioso- lector.

Para terminar. ¿Saben cuál es la excusa más común para seguir en Windows? Que Linux NO ES FÁCIL. Díganme ahora si el símil propuesto no tiene sentido.


H. P.

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