lunes, 18 de abril de 2011

Tribus Urbanas (4): Mujeres Modernas

Aunque haya quien considere que el origen de la moderna mujer urbana se halla en los remotos años sesenta, en la liberación sexual y en la quema de sujetadores; nada más lejos de la tribu que hoy nos ocupa que aquella ilusa fémina que predicaba la ruptura de ataduras morales, el sexo colectivo y sin falsos pudores o la comuna en reemplazo de la familia. Pretender una relación de ascendencia entre estas dos especies, es tan equivocado como suponer que el homo sapiens proviene de los  neandertales o que el modelo económico chino ha evolucionado a partir del maoísmo.

Podemos hallar el verdadero origen histórico de tan peculiar especie, en las postrimerías del siglo veinte y los primeros años de este nuevo siglo. La tragedia contemporánea Sex and the City, fue un punto de inflexión en la forma de percibir, y percibirse, al mal llamado sexo débil. A partir de la serie, y sus posteriores,  e inolvidables, películas, millones de mujeres en la Tierra descubrieron lo que ya era una verdad a gritos: Las ocupaciones tradicionales del género femenino como criar hijos, atender maridos y dedicarse a los quehaceres domésticos o, cuando mucho, tener una carrera complementaria a la de aquél, se hallaban desfasadas. La mujer había alcanzado un punto de desarrollo en el que, no sólo debía de renegar de esas ocupaciones indignas -que ahora pasaban a ser labores de inmigrantes -o del proletariado. en el mejor de los casos- sino que debería atender a su desarrollo individual por encima de todo.


Es así que la Mujer Moderna aparece en escena. No al nivel de un hombre; sino, mejor. Esta especie (a quién -seguramente- la abuela de antaño no invitaría un trozo de pastel recién horneado) posee peculiares características evolutivas que la convierten en el epítome de los logros humanos, tales como:


- Dedicación y fanatismo laboral: Los eventos y situaciones de su carrera ocupan en sus vidas el espacio que, en la de sus madres, ocupaban los pañales sucios y el precio del azúcar.

- Intereses sociales ligados al trabajo: Los chismes de ventana, el cotilleo de vecinas y el conocimiento exacto del número de veces que entra al baño el hijo, ese drogadicto, de la Juana de la esquina; son reemplazados por un comadreo mucho más profesional, que se centra en situaciones de alta trascendencia, como la homosexualidad del hijo del gerente de marketing o el enredo tormentoso entre la practicante casi adolescente del departamento de ventas  y el gordo cuarentón del supervisor de piso.
- Alto sentido de su individualidad: La mujer moderna se reconoce como alguien única y diferente. Y, como tal, lo muestra al mundo con el uso de una variada gama de prendas y accesorios que, aunque ocupen gran parte de su presupuesto mensual, permiten demostrar, fehacientemente, lo especiales que son. 

- Profunda preocupación por su salud: Ha diferencia de su abuela -que se mataba fregando, lavando, planchando y criando hijos, lo que la avejentaba en poquísimos años- la Mujer Moderna sabe que no se puede ser una buena madre sino se está radiante. Un niño no necesia compañía o diálogo (que para eso están las nanas) sino sentirse orgulloso de lo bien que se ve mamá. Ese orgullo es lo único que le puede crear una fuerte autoestima y, es por ello, que las representantes de esta tribu, sacrifican -con mucho dolor, seguramente, tiempo con sus hijos para poder utilizarlo en gimnasios, sesiones de baile, tai chi, spas y demás actividades, que -junto a un nutrido arsenal de cosméticos y productos de belleza- lograrán poner a lo sufrida madre en condiciones adecuadas para que su hijo se nutra, plenamente, de esta admiración indirecta, tan, comprobadamente, saludable.

- Puede ser madre y profesional, a la vez: En contra de lo que digan las asexuadas feminisas del ayer, la maternidad es inherente a la mujer. Permite su desarrollo espiritual y las completa como seres humanos. Eso lo tiene entendido la Mujer Moderna y por ello, no tiene reparos en aceptar el llamado de la naturaleza, así éste diste algunos años (De diez a veinte) del momento en que su cuerpo se encuentra en estado óptimo para ello. Al cabo, con la tecnología médica, se superan los problemas genéticos y de salud. Con respecto a la educación, pues ya hablamos de las nanas, así que no pretendemos ser repetitivos.

- Plena consciencia de su sexualidad y del papel del hombre en su vida:  La Mujer Moderna entiende que la sexualidad en parte integral de su ser y no duda en realizarlo sin tabúes ni anacrónicas vergüenzas. Es por ello que si la situación lo amerita, lo usará de manera tradicional: Como arma de asunción profesional o de manipulación masculina. O, de maneras menos ortodoxas como el puro placer carnal. Eso sí: Es muy diferente el sexo por placer (Qué puede realizarse indiscriminadamente, siempre que luego sea recreado de manera explícita en la infaltable conversación entre amigas, dejando en claro que -a pesar de todo- una no está lo suficientemente satisfecha) que el "amor". Pues -y esto hay que entenderlo claramente- la Mujer Moderna no ha renunciado a tan noble sentimiento y, a pesar de la imagen de seguridad y éxito, en el fondo, nunca deja de ser esa niña romántica y tierna que sueña con la boda perfecta, a la que irá vestida de blanco y será lo suficientemente cara, con un novio lo suficientemente perfecto y con un anillo lo suficientemente grande como para que sus amigas se mueran de envidia por un buen tiempo. Pues la Mujer Moderna no olvida que todo, absolutamente todo palidece ante "el gran día de la boda".

Para terminar, el afortunado que piense en tener una relación seria con una de ellas, debe cumplir con uno o dos requisitos, que -insensatos nosotros- no tienen que ver con el cariño sino cosillas más prácticas como una buena cuenta bancaria, un trabajo mejor que el suyo (Ni sueñen varones que una Mujer Moderna los va a mantener, así gane fortunas. Tengan en claro que ese es SU dinero. El vuestro, es el de la familia. Es por eso, que -prágmáticas ellas- jamás se casarían con un pelele que sólo es gerente de sección, cuando ella es la gerente general), un miembro viril de proporciones épicas (recuerden que ya ha probado el sexo por placer y no se va a conformar con pequeñeces, a menos que ya acepten de antemano que les serán infieles) y que sea muy romántico (lo que equivale a gastar dinero, para ella, en cosas absurdas e inútiles), así como ser un bune padre (No olviden que ustedes sí deben conseguir tiempo para atender a sus hijos, que las nanas no pueden ser también modelos masculinos). Si cumplen con estas condiciones, puede que la suerte los favorezca, y sean aceptados como envidiados consortes de la Mujer Moderna.     

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