lunes, 5 de abril de 2021

Conoce a tus candidatos como solo Periódico de a China puede mostrártelos

 En estas elecciones, lo primero que nos preguntamos es: ¿Cuál será el crimen por el que el siguiente presidente se vaya a la cárcel? Pero hasta que eso pase -y nos rasguemos las vestiduras, dolidos y sorprendidos como si fuera la primera vez- seguiremos pensando que ¡Ahora si! ¡Por fin apareció un candidato que transformará nuestra chabola patria en un rascacielos que rivalizará en prestancia, belleza y primermundismo, con en mismo dios. Y hablando de Dios, aquí va nuestro primer analizado:


  • HERNANDO DE SOTO: Brillante personaje del siglo XX. Es evidente que, como un Mick Jagger de la economía, ya por encima de las ocho décadas, ve sus mejores éxitos en forma de recuerdo. Pero como el mítico Stone, se resiste a quedar en el olvido y, aunque el paso del tiempo ha convertido en anacrónicas sus teorías, siente que aún puede dar una última gira, que en el caso de De Soto, se trata de la aventura política que se debía. Y aunque el país que pretende gobernar se le haga tan extraño, como un Perseverance aterrizando en el Marte de nuestros cerros poblados, no ha dudado en captar para su equipo de lujo a quienes pueden mostrarle ese Perú profundo: El Buñuel de los Andes, Chibolin, o los “jurisconsultos” de San Isidro, por poner algunos ejemplos ilustrativos. No tendrá plan de gobierno ni partido, ni sabrá lo que es el friaje pero compensa esas nimiedades con un curriculum gordo como un libro y un ego tan fuerte que lo hace inmune a cualquier ataque de realidad que le pueda caer encima. Por si fuera poco, es hombre, blanco y amigo de Bill Clinton, ¿Acaso se necesita algo más para ser un candidato de lujo? Y como para convencer a los indecisos, ahora se pone en modo “más aliaguista que aliaga” y ha asegurado que se acabó eso de que el Estado nos consiga las vacunas. ¡Que no somos Venezuela!


  • RAFAEL LÓPEZ ALIAGA: Como cuando te tragas una espina de pescado, el Porky te deja la sensación de susto así el peligro haya pasado. Apareció altisonante, despotricando contra los medios, los políticos, los extranjeros, los homosexuales y contra todo aquello que pudiera causarle un pestañeo incómodo al párroco de la iglesia. Siendo, además, hombre, blanco y gordo, los fascistas asalariados de medio pelo, cuyo complejo freudiano de amor hacia los gordos blancos y millonarios es legendario, sintieron cosquillas en sus partecitas, sabiendo que habían encontrado a su champion. Pero ¡Oh, sorpresa! Solo el diez por ciento de peruanos  cree que aún estamos en la Edad Media, así que sus silicios no son tan sexys para el elector peruano promedio. Y, teniendo en cuenta que De Soto es tan hombre, tan blanco y tan gordo como él, y además amigo de Bill Clinton, buena parte de sus posibles votantes ya se le están escapando. Pero no hay que ser mezquinos y debemos reconocer que sus nulas cualidades oratorias, su absoluta falta de empatía, su ignorancia ramplona y su ausencia completa de ideas contribuyeron en algo para, al menos de momento, no permitirnos gozar de un gobierno desastroso de esa imitación de Trump hecha en Compupalace.                


  • VERÓNICA MENDOZA: La Vero es la mejor candidata de lejos. Se ha preparado por años para ser presidenta y en base a una constancia y esfuerzo loables, ha aprendido a hablar en diferentes escenarios, a caer bien, a conocer cada detalle de su plan de gobierno. Ha dejado atrás a la antipática secretaria de Nadine y a la mediocre candidata del 2016 y como  K’antu cusqueña ha florecido a la mejor de sus versiones. Pero de allí a votar por ella hay una eternidad y media. Para empezar no es hombre y eso en un país con casi medio milenio de sostenido machismo ya es un handicap casi insalvable. Peor aún, representar una opción de izquierda - aunque tan suavecita que le das un soplo y ya está en el centro, le das un soplo más fuerte y se cae directo en una social democracia a la alemana- la pone en una posición poco envidiable: Por un lado, una buena parte del inmenso universo de emprendedores, oficinistas, profesionales de mando medio o bajo, técnicos e independientes que forman el sector socioeconómico C (y una parte del B) que suele ser quien decide las elecciones (al menos en segunda vuelta), ha sido víctima de la feroz campaña de apolitización de los noventas -o han sido educados en ello- con lo que cualquier cosa que se desvíe un poquito del libre mercado ya es considerado terrorismo. Sin contar con que el desastre de Maduro ha permitido crear un “cuco” implacable con eso de “nos vamos a convertir en Venezuela”. ¡Si hasta Trump lo ha usado en campaña! Por otro lado, la tibieza de su socialismo le impide conectar con ese Perú profundo, ese que no lee estupideces como este post porque pasa su tiempo tratando de sobrevivir. Ese pueblo que en la pandemia ha pasado hambre y no se ha dedicado a aprender a hornear 18 clases de pan. Ellos quieren un cambio inmediato, profundo y eso es algo que el progresismo miraflorino de la Vero es incapaz de darles, ni siquiera de prometérselo con convicción. La guinda del pastel la pone, justamente, su progresismo: En el Perú la religión ha utilizado siglos para convertir nuestra psique colectiva en un cúmulo de prejuicios y miedo, disfrazados de “familia tradicional” y “valores cristianos”. Es innegable que la inmensa mayoría de peruanos son religiosos, católicos o evangélicos especialmente, y de esencia tremendamente conservadora. Una religiosidad transfóbica, homofóbica, machista, misógina y antiigualitaria es casi un sello de identidad en el Perú, la misma religiosidad que aupó a Mussolini o a Franco en el siglo pasado o a Trump y a Bolsonaro en éste. Ante eso, incidir en el enfoque de género o en los derechos de las minorías es visto como perversión pura y dura. Así que, a puertas de las elecciones, a la pobre Verito no le queda más que apelar a la vieja confiable y darle duro al “salvemos la patria del fujiapromontesinismo”, esperando que esta vez sí sea suficiente.


  • KEIKO FUJIMORI: Viendo la evolución de su voto, parece que el fujimorismo no estaba tan muerto como nos parecía hasta hace unos meses, el olor a podrido era, simplemente, su olor natural. Quizás el hecho de que el mayor impulsor de su caída, Vizcarra, haya demostrado ser un impresentable de cuidado, ha hecho que muchos corazoncitos vuelvan a teñirse de naranja. Sin embargo, como pasó con el peronismo, en algún momento van a tener que dejar a al apellido Fujimori de lado para volver a inundar al pueblo con su populismo. Keiko es consciente de que no va a ser presidenta. No lo logró con un abrumador apoyo en el 2016. Mucho menos lo hará ahora que es una candidata del montón. Pero se presenta, quizás porque impulsa el voto por sus congresistas y, de esa manera, se asegura de pasar la valla; o, quizás lo hace porque no sabe ser otra cosa que candidata o porque quiere apelar al alangarcianismo de que la gente tenga que escoger entre el “cáncer o el sida” y ella intente mostrarse como un COVID de cepa antigua. ¿Quien lo sabe? De cualquier manera, es más fácil que Acuña aprenda el alfabeto completo, que ella gane las elecciones.


  • JOHNNY LESCANO: El bueno de Johnny es lo que te queda cuando al populismo le quitas el enojo. Te promete todo, pero no te dice como lo hará. No es un gran orador pero es capaz de hablar de lo que sea, así lo desconozca, sin inmutarse. No le tiembla ni un párpado para mentir o para plagiar medio plan de gobierno, pero es hombre, es conservador y es provinciano y eso, en el Perú sirve como para estar primero en las encuestas durante mucho tiempo, como el candidato más sensato. Ya tenía la elección ganada, cuando su único rival era López Aliaga. Era la segunda vuelta soñada. Pero le han salido dos enemigos inesperados: De Soto, que se está llevando a sus votantes acomodados y Castillo que le está quitando el pueblo que lo veía como su único representante. Lescano lleva lustros rondando el poder y a nadie se le ocurrió que fuera presidenciable. La pobreza de candidatos lo hizo favorito, pero la realidad de su nadería parece que ha vuelto a imponerse.


  • PEDRO CASTILLO: El profesor chotano ha saltado de “otros” a candidato en pocas semanas. Claro que ninguna prensa, ni la más progresista, quiere aceptarlo. Al cabo, el sí representa el temido golpe al sistema que le endilgan a la Vero. Castillo es el candidato más peligroso para el sistema porque en la pirámide social, el es de los que cargaban los ladrillos para construirla y sabe, de primera mano, lo que es la marginación horrorosa que enfrenta una cantidad enorme de peruanos. Es cierto que no es el más preparado, quizás no el más brillante. Definidamente no es el más cosmopolita pero es el único que representa al peruano de a pie. Al que le piden papeles si pasea por El Olivar, es al que no invitan a debates ni a entrevistas, al que no van a buscar los conglomerados económicos para hacerle la campaña. Es cierto que las taras de su educación modesta se reflejan en su xenofobia y en su conservadurismo. Pero, eso en lugar de ser un handicap, lo pone en una posición inmensamente ventajosa ante la Vero y su progresismo casi alienígena en el país de las procesiones; e incluso sobre Lescano, pues tiene todo lo que tiene aquel, pero sin el tufillo de falsedad del primero. Pedro no es una ficción proletaria como lo eran Toledo o Humala y, por eso, quizás sea mucho más difícil amaestrarlo. El intento desesperado de invisibilizarlo no ha podido esconder del todo su popularidad creciente y, es cierto qué tal vez no le alcance. Salió del anonimato quizás muy tarde, pero, en cinco años, cuando el electo siga con la tradición y nos deje más pobres, mas humillados y más engañados, quizás sepamos que su momento ha llegado.


- GEORGE FORSYTH: Tiene COVID. 


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