A los 12 años la mirada de Sharbat Gula –la famosa niña afgana fotografiada por Steve McCurry– tenía una persuasiva mezcla de inocencia, incertidumbre y miedo. En la primera foto su belleza preserva su singular misterio. El enigma es lo invisible imaginado. Su ferocidad de gata-niña, su indumentaria pobre, su cabello revuelto y sucio, sus hipnóticos ojos verdes son las puertas del hechizo. Hasta ellas llegamos para quedarnos mudos. No es posible saber lo que hay detrás. Excepto porque 17 años después nos encontramos del otro lado. Y es igual a no haber hallado nada.
Contemplar otra vez a Sharbat es entender que el tiempo no sólo deja incólume la pobreza (que extrañamente se vuelve más tangible en la segunda foto), sino que además a menudo arrebata la posibilidad del futuro, y con él, la de la esperanza. “Ya no espero nada”, parece decir Sharbat. “Mírate a ti mismo, ¿qué queda del que fuiste?”. Nada, Sharbat, nada… –balbuceamos nosotros con cara de espanto.
C. Q.
Su mirada sin duda marco la historia y la suya propia...
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