domingo, 21 de noviembre de 2010

Cirque du Freak: Aquí estamos libres de Harry Potter

El inicio de Cirque du Freak, con Mr. Tiny sentado en el cementerio comiendo pop corn mientras observa el velorio de Darren; quien se encuentra jugando, dentro de su ataúd, con un artilugio electrónico -que no alcanzo a distinguir, pero que presumo es un smartphone de Nokia- generó en mí las mismas expectativas que hubiera tenido al entrar en una fiesta y que la chica con el más ceñido vestido y la más abundante anatomía se me hubiera quedado mirando con expresión de estar desenvolviendo un paquete de chocolate con almendras.


Luego, cuando empieza el espectáculo de freaks, tuve la sensación de estar, ya, bailando con la bella moza y deslizando suavemente mi mano por debajo de su espalda con una cálida sonrisa de aceptación en sus labios. Pero, poco a poco, la película degenera en tópicos y lugares comunes que me hicieron sentir como si la atractiva dama -en lugar de seguir con el curso natural de los acontecimientos- se pusiera a hablarme, con un tufillo vagamente halitoso, de la amiga con quien se acaba de pelear, y me contara de lo gran escritor que es Paulo Coelho y que el poder de la voluntad lo logra todo, para rematar con un: "Pienso mantenerme virgen hasta el matrimonio", tal cual me encontrara ante todo un Jonas Brother.
A pesar de eso, por caballerosidad o costumbre, me decido a ir hasta el final (tanto en el visionado fílmico como en la ya perdida lid galante) y luego, ya camino a casa, vuelvo a pensar en lo no contado como en las turgencias no palpadas y trato de encontrar que fue realmente lo que estuvo mal.

Es entonces cuando recuerdo aquella verdad indiscutible -a la que se aferra con uñas y dientes la gente fea- que afirma que la belleza se encuentra en el interior, o lo que es lo mismo: en el alma. Como la honestidad es fundamental para ser digno de escribir en "Periódico de a China", reconozco que no me interesaría ahondar en las profundidades de nuestro femenino personaje (al menos no en sus profundidades espirituales) pero sí mantengo el interés por saber que hubiera sucedido con una historia tan prometedora si no estuviera atada a la implacable censura palomitera de la clasificación "apta para todos". Es por eso que decidí introducirme en los arcanos diabólicos de la palabra escrita y leer los doce ¡Leyeron bien! ¡Doce! libros que conforman la "Saga de Darren Shan", en algunos de los cuales está basado el filme. Es necesario aclarar que dicha labor fue realizada simplemente como parte del agudo trabajo de investigación que caracteriza a éste medio y no por alguna afición geek, que desde esta tribuna popular niego tajantemente.

Aunque en el fondo estaba casi seguro de encontrarme con el tipo de lectura que suele ser muy útil para matar el rato cuando uno se halla reposando en la soledad del inodoro (Como las de Harry Potter o Crepúsculo), terminé completamente involucrado en las aventuras del semi vampiro Darren Shan, y -sobre todo- absorto en descubrir cómo terminaría cediendo ante la inevitabilidad del destino que le convertiría en un vampírico Darth Vader.

Es cierto que, como sucede en cualquier libro de aventuras, muchas secuencias son predecibles, pero, también lo es, que no lo son tanto como en las otras sagas ya mencionadas, y que, algunas veces, el giro de los acontecimientos llega a sorprendernos -especialmente las muchas veces que el bien no resulta ganando por goleada, ni siquiera por ayuda arbitral. Incluso la exagerada buena suerte de Darren para sobrevivir a los ataques de osos con rabia, vampaneses sádicos, jabalíes locos, a las quemaduras y al ahogamiento, a la policía y a cuanto enemigo -natural o sobrenatural- se encontrara, termina justificándose con un argumento mucho más consistente que el de ser "el guapo del cuento".

Otro punto a favor de la historia es que - a pesar de que sí existe en la película- la dualidad bueno buenísimo - malo malísimo, es poco frecuente y -casi siempre- reservada a los protagonistas. La mayoría de personajes, difícilmente podrían ser dignos candidato al premio nobel de la paz -casi al mismo nivel de un Barack Obama cualquiera- y la mayoría de sus actos se basan en rígidos códigos de conducta, tradiciones, emociones violentas o incluso, en el libre albedrío. Cuando el altruismo guía alguna acción (tres en concreto), las consecuencias suelen ser bastante malas o, al menos, los premios no son los esperados.

Incluso el súper malo de la serie, el aterrador Mr. Tiny, no es un villano a la vieja usanza, que planea conquistar el mundo para regodearse en su maldad pues es -más bien- un amante de la anarquía, más cercano a un Aleph humanizado o a los planteamientos tácticos de Maradona, que a la política destructo-universalista a la que se adhieren señores de la maldad más marketeros como Saurón o Lord Voldemort. Cabe señalar que Desmond Tiny, incluso calzando sus infaltables botas de agua verdes. no necesita lanzar fuego por la boca ni tener monstruosos colmillos o cola de dragón para ser aterrador.

Pero como nada en esta vida es perfecto (a excepción -tal vez- de los abdominales de Cristiano Ronaldo) tan jugosa historia posee una tara tan grave, que te lleva a arrepentirte de haber renunciado a tus cuatro trabajos mal pagados para poder leer los doce libros en un solo día. Las últimas quince o veinte páginas parecen puestas allí exclusivamente para adular la megalomanía del autor y explicar, de alguna manera, el porqué el personaje lleva el mismo nombre del escritor. Es un final tan espantoso, que me generó una hemorragia de bilis similar a la que -hace ya un tiempo- me causaron las últimas páginas de "La Carretera" de Cormac Mc Carthy.

Si obviamos esos últimos capítulos (El interludio y toda la segunda parte del libro doce) e interrumpen la lectura en la página 79, tengan por seguro que la experiencia será altamente gratificante, sobre todo si son del tipo de personas que -de tiempo en tiempo- necesitan una buena dosis de fantasía sin pretensiones filosóficas y ya están hartos de magos multimillonarios o de Hugh Grants vampirizados.

Como nuestro lema es: "Amar es compartir" pues aquí va el enlace para que hagan esa operación que Ramoncín odia tanto: Saga de Darren Shan

2 comentarios:

  1. ¡Claro que la conozco! El cirque du freak del libro se parece mucho al grupo de Carnivale. Incluso pienso que la serie ha debido basarse -al menos vagamente- en el Cirque ¿Recuedas que el jefe de Carnivale era un enano? En el Cirque es un gigante. Y ambos siempre dan al impresión de saber mucho más de lo que dicen, con respecto a futuros apocalipsis.

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