lunes, 28 de marzo de 2016

Batman v Superman: O como hacer que extrañemos a Ultrón

No creo que alguien mayor de doce años hubiera, siquiera, albergado esperanzas de que Batman v. Superman fuera una gran película. El listón que había dejado la trilogía de Nolan era muy alto (en mucho menor medida la última, que hasta mataba la magia oscura de Gotham, al mostrar en cada toma publicitaria que se trataba de New York) y el nivel de Superman de Snyder era tan bajo que, dificilmente, podría haberse reinventado para esta nueva entrega. Además, es muy evidente que un personaje tan plano, como votante de Donald Trump, requiere de un esfuerzo sobrehumano para ser interesante. 

En ese sentido, poner el peso de la historia en Batman y que el hombre de acero (¿Porqué le seguimos diciendo así, si existe un Iron Man?) sea solo el antagonista, primero, y el sidekick después, hubiera sido una decisión acertada, en caso de que el personaje del murciélago estuviera correctamente construido, lo que no sucede en absoluto. El Batman de Affleck carece de matices (Por las limitaciones actorales del propio Ben y por un guión que raya en lo absurdo y un cuerpo exageradamente musculoso para el Batman otoñal que pretende ser) y las motivaciones para el conflicto entre los dos héroes llevan a las lágrimas, pero de risa, por lo absurdas.

Las películas de Nolan tenían un subtexto muy interesante representado por sus villanos: En la primera, la Liga de las Sombras recreaba el fundamentalismo moral (O religioso, como prefieran), que por buscar la purificación espiritual de la sociedad, no duda en destruirla. En la segunda, la anarquía absoluta representada por el Joker, que se rebela ante "los buenos y los malos" que son tan necesarios para que una sociedad funcione y busca dinamitar una sociedad absurda, basada en retorcidos códigos (aquí un análisis de esos filmes). La tercera tiene en Bane al demagogo antimercado que ataca el sistema económico representado por Wall Street (Para los intereses de otros poderosos) y en Talia Al Ghul al reflejo de "la nueva ecología de mercado", cuyas aparentes buenas intenciones ocultan que son solo otra cara de la misma moneda y cuyo afán de cambio es una excusa para estructurar una nueva oligarquía.

Batman v. Superman, tiene su esbozo de crítica, pero es tan infantil y mal llevado, que termina causando vergüenza ajena. En este caso, hablamos de la discriminación al extranjero, al diferente. El problema, es que mientras es lógico que Batman (O cualquier héroe) enfrente a la anarquía o a la intolerancia, es absurdo que uno de los superhéroes, aparentemente, más inteligentes del universo DC, caiga en el prejuicio contra Superman, porque "es mega fuerte y un poder así, que no puede ser controlado, debe ser destruido". O sea, el puede estar por encima de la ley porque "es bueno" pero los otros no "porque quien sabe como serán", que termina siendo la misma lógica de Supermán (cuya oligofrenia hace que sea un razonamiento esperado en él. Recordemos que es un votante de Trump) al exigirle a Batman una jubilación anticipada sin derecho a pensión.

Obviando la penosa justificación para el enfrentamiento de los superhéroes, que de acuerdo a sus disquisiciones filosóficas previas, debió terminar en la muerte de alguno de ellos,  el que concluya con un "mira que casualidades, mi mamá se llama como la tuya. Eso significa que seremos amixers forever" ya lleva a querer morir atragantando con el pop corn gigante de tus vecinos en el cine, que parecen estársela pasando en grande.

El resto de la historia puede resumirse en "malo muy malo se enoja porque no se mataron entre ellos los héroes. Crea monstruo ultra poderoso para que los mate a los dos, sin tener mucha consciencia de que cuando acabe con ellos acabará, también, con el resto de la humanidad pues nadie más que ellos podrían detenerlo. Están a punto de perder, pero ganan. Parece que Superman muere, pero no". Y para poner el sello de indiscutible estupidez, la cámara lenta que le ponen a cada escena de Wonder Woman es absolutamente patético, por muy sexy que se vea su cabello al viento. 

Luego del visionado de esta película, uno puede pensar en madurar, dejar de perder el tiempo con personajes vestidos en mallas y tomarse la vida en serio; pero afortunadamente existe Deadpool para que esta sensación sea solo pasajera.

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