jueves, 26 de enero de 2012

Fuckowski: El supositorio no duele menos con un poco de humor

Si hay algo peor que la religión en sus más variados fanatismos, es, sin asomo de duda, la cultura de la motivación: La superación personal, los libros de autoayuda, los seminarios de reingeniería y centenares de actividades más cuyo objetivo evidentes es convencerte de que no es que el mundo este cubierto de mierda, sino que tu pésima actitud te impide darte cuenta de que en verdad es chocolate. y, por eso, en lugar de quejarte tanto, deberías coger una cuchara, disfrutar el manjar con que te embarran y dar las gracias.
En el libro "Fuckowski: Diario de un Ingeniero", uno de los pocos éxitos literarios originarios de la internet en español, Alfredo de Hoces narra la historia de un informático torturado por la agobiante sensación que te causa el tener la lucidez suficiente para comprender que la materia fecal no es el mejor complemento de las fresas, por mucho benchmarking, empowerment o calidad total.

Lo que nos dice esta pequeña novela (que en realidad no es tal, pues si sus capítulos fueran, apenas más cortos, podríamos hablar, más bien, de un conjunto de aforismos) es lo que cualquiera con dos dedos de frente ya sabe, aunque se niegue aceptarlo: El nacer en el seno de una familia acomodada -o verdaderamente rica-  es lo único que te garantiza un futuro brillante. 

Los MBAs internacionales, los contactos o"relaciones" profesionales en su más alta expresión jerárquica son los que te llevarán a ocupar los cargos directivos en empresas transnacionales, a conseguir los puestos más atractivos de la administración pública. A ser parte del grupo de quienes deciden el destino del mundo (sin saber muy bien, o en absoluto, como hacerlo), tal como lo hicieron tus padres y tus abuelos, rodeándose de sus iguales y a lamentar con ellos lo difícil que se está poniendo este mundo, donde los esclavos exigen bonos navideños y vacaciones y la ciencia no ha avanzado lo suficiente para tener robots completamente funcionales.

Es una élite que permite, sin embargo, fisuras voluntarias y ocasionales, para mantener viva la esperanza -o la idiotez- del pueblo. - "Si Toledo, que era lustrabotas, llegó a Presidente peruano, eso significa que el fracaso es, solamente, producto de nuestra pereza" -pensamos alegres y esforzados mientras planificamos nuestra campaña electoral para el 2021 y sonreímos ante tan halagüeñas perspectivas, sin que nos importe demasiado que en el mismo gobierno -o en el actual- más del 90 por ciento de puestos clave del Estado -y del sector privado- se repartan entre personas que cumplen con las características mencionadas. Es que se lo han ganado con esfuerzo -argumentamos.  - Se lo merecen porque son los más capacitados -reafirmamos, porque la inteligencia o cualquier tipo de habilidad no tiene punto de comparación con una hoja de vida, gorda y A1, como miembro de actor porno.

El éxito de la gran masa se resume, entonces, en conseguir un trabajito donde se haga mucho y se reciba poco y el sueño perpetuo de alcanzar, algún día y por la gracia del Señor, lo que es la normalidad para los verdaderos afortunados 

Ser consciente de esta realidad no le hace bien ni al empleado -que se vería así condenado a admitir el sabor excremental del bombón que forman sus labores cotidianas - y, mucho menos, al empresario exitoso e innovador que no podría enfrentar a esa masa de chacales que sólo piensan en su salario sin preocuparse del progreso de la empresa y, por añadidura, de la humanidad. Es que así son esos proletarios egoístas. ¡Y dicen algunos que tienen alma!

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::(Continuará):::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

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